Experiencias positivas-negativas en la infancia y cómo se interiorizan (sanando a tu niño(a) interior)
- José Raúl Sánchez Tombe
- 21 sept 2024
- 4 Min. de lectura
Por José Raúl Sánchez Tombe de misalumental.online

Los valores que forjamos, nuestro equilibrio actual emocional y psíquico, así como nuestra autoestima se forman desde las más tiernas infancias. La tríada DOLOR – DESAMPARO – INJUSTICIA son conceptos que forman representaciones mentales o significantes en el infante aprendiz. Cuando los padres nos reprenden, atienden a nuestro(s) hermano(s) por los quehaceres, nos someten a frustraciones por el contexto económico, etc., generamos experiencias, sombras y miedos que más tarde usted resumirá explícitamente en la frase: “eso me marcó”.
En esa conformación y configuración de nuestra psique temprana, vamos “aprendiendo” o interpretando que para que nos quieran, en suma NO NOS ABANDONEN, tenemos que tener una determinada actitud o forma de ser: con esa idea empezamos la construcción de nuestro ego (ego significa YO en latín), de nuestras máscaras futuras que serán funcionales, y de la construcción de los “personajes” que creemos nos ayudarán a sobrevivir para ser alentados, aceptados y queridos. En suma, para ser “ALGUIEN PARA ALGUIEN”.
No es una fórmula infalible, ni es para generalizar, pero sí la experiencia clínica ha demostrado, que hay una fuerte tendencia a que padres excesivamente exigentes críen o produzcan hijos o personas sumamente inseguras y “perfeccionistas”. Padres sobreprotectores generan hijos o personas a las que les cuesta pasar a la acción o que son excesivamente dependientes emocionalmente hablando. Padres invasivos o poco presentes tienden a generar adultos retraídos y emocionalmente distantes.
Asimismo, padres excesivamente complacientes y tendientes a valorar cualquier cosa contribuyen con personas egocéntricas y narcisistas. Padres que no ponen límites pueden producir adultos inseguros y emocionalmente inestables. Un niño(a) que reciba excesiva atención puede terminar usándola, como estrategia consciente o inconsciente, para obtener cariño, desarrollándose en un adulto victimista, manipulador y caprichoso.
Todo esto para salir adelante, para sobrevivir. Con el tiempo estas máscaras se van fortaleciendo y van quedando tan fijadas e interiorizadas en comportamientos automáticos, que las confundimos con nuestro verdadero ser y con nuestra identidad. Es más, creemos que esas máscaras, somos nosotros. Con el tiempo el “niño interno” se va escondiendo en lo más profundo de nuestra mente: empezamos a ser, a la vez que olvidamos por qué somos así. Y es aquí cuando el niño interno pasa a ser parte del inconsciente y por lo tanto, no podemos observarlo porque está oculto, puede ser que creamos que no existe, pero se revela o aparece en ocasiones en que sentimos emociones o sentimientos inexplicables, que aparecen en actitudes personales inentendibles a nosotros mismos o que se manifiestan en nuestro cuerpo a través de tensiones, lesiones, dolores, o incluso enfermedades, y que ese inconsciente no ha sido sanado, sino reprimido y que sigue oculto.
Para sanarlo podemos intentar entender nuestro pasado para entender nuestro presente y predecir nuestro futuro. Pero a veces esto no nos ayuda porque insistimos en la actividad intelectual y racional de entender-comprender y esto no basta porque no es con nuestra mente con quien podemos encontrar aquello que nos es oculto. No es con nuestra mente como podemos sanar. La comprensión intelectual (racional) no nos ayudará. Simplemente porque la mente no sabe hacerlo. Intuimos en alguna ocasión que una determinada actitud es debida a una mochila del pasado, y aun así, a pesar de conocer aquello que nos hirió no sabemos o no queremos cambiarlo buscando ayuda en psicoterapia.
Es trascendiendo la mente y yendo más allá de la mente como podemos empezar a sanarnos en nuestra adultez de las heridas del pasado que aparecen en el presente y contaminan nuestro futuro. Sanar al niño interior es un camino de auto-descubrimiento porque deberás regresar en el tiempo para descubrir cuáles han sido esos eventos negativos que aún no has podido superar desde el punto de vista emocional, y que te mantienen atado(a) al pasado y expresando tus síntomas actuales.
Cuando liberamos el dolor, dándole un lugar y un nombre en psicoterapia, le ayudamos a nuestro niño interior a sanar. Acércate a tu niño interior, regresa a tu pureza inicial, obsérvate a ti mismo cuando tenías, 5, 6, 7 años. Recuérdate, visualízate, incluso, ponte al lado de ese niño o niña y eres tú, mírale a sus ojos sonríele, pregúntale ¿cómo es su sentir? sus miedos, su alegría, sus ilusiones, sus decepciones.
Ten paciencia y escucha con atención, recibirás respuestas que incluso las habías olvidado. Ahora, ya puedes comprenderle, besarle, abrazarle, darle protección, apoyo, amor. ¡Hazlo! trátale como te hubiera gustado que te trataran en la niñez, dale cariño y comprensión abrázalo fuerte, y dile que a partir de ahora estará a salvo, que no estará solo, que lo cuidarás como se merece, como te mereces. Ocúpate de ti, invierte en ti, en tu niño o niña interior que no ha sanado, todos tenemos heridas de la infancia que no hemos querido ver, o que ya ni nos acordamos pero que en nuestro presente afloran en evidencias por doquier.
#amoryamistad#invierteenti#saludmental#psicoterapiaonline#psicoterapiaenlínea#psicología#apegoemocional#dependenciaemocional#psicoterapeuta#terapiadeparejas#celos#impulsividad#depresión#ansiedad #saludmental #saludybienestar #saludmentalparatodos #saludmentalpsicoterapia #psicoterapiaonline #psicologia #psicoterapeuta #psicologo #psicoterapeutas
Comments